Laura E. Pérez nos habla sobre altares, erotismo y lo “sagrado mundano”
La profesora radicada en Berkeley nos muestra las posibilidades artísticas, éticas y políticas de ver lo sagrado en la vida cotidiana.
Julián Sánchez González, Laura E. Pérez
Jan 10, 2024
A partir de este año, el Instituto Cisneros de MoMA dio inicio a un nuevo proyecto de investigación: Vinculando lo sagrado: corrientes espirituales en el arte latinoamericano y caribeño del siglo XX, 1920–1970. Artistas y especialistas de América Latina y el Caribe indagarán sobre la relación entre el arte moderno y la espiritualidad a través de una serie de encuentros, reuniones y publicaciones, con un especial interés en las tradiciones afro-diaspóricas, indígenas, ocultas, judías y católicas.
Siguiendo con el ciclo de entrevistas de este proyecto, conversamos con la académica chicana Laura E. Pérez. Le pedimos que hablara con nosotros sobre espiritualidad, pedagogía y el cuerpo en la obra de artistas, activistas y teóricos chicanxs y latinx de Estados Unidos. Sus ideas nos invitan a reflexionar sobre el concepto de lo “sagrado mundano” y a considerar visiones de un mundo social y ecológicamente sostenible, y en las que la interdependencia es fundamental para nuestra supervivencia como especie. La motivación del trabajo de Laura es construir modelos alternativos de participación y compromiso cívico, basados en principios espirituales no europeos y no cristianos.
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¿Hacia dónde crees que se dirige el diálogo entre arte y espiritualidad entre los creativos chicanxs, latinx estadounidenses y de América Latina?
América Latina es inmensa y tiene una población muy compleja, y la población latinx de Estados Unidos, en tanto diáspora, juega un papel central en ella. Si miramos el arte latinoamericano y latinx estadounidense, es interesante que existe un interés sostenido en la espiritualidad. La fe religiosa justificó la colonización del continente americano y, a pesar del papel colonizador que desempeñaron el catolicismo y otras formas de cristianismo en este proceso, hemos visto el regreso de la espiritualidad junto a temas como la desigualdad de género, la homofobia, el clasismo y el racismo. Viendo de cerca nos damos cuenta de que las formas ancestrales de espiritualidad que dan pie a la creación artística están arraigadas en visiones del mundo o filosofías en las que todo está vivo y es interdependiente, lo que genera una consciencia de la influencia que tenemos unos sobre otros.
Cuando los artistas estadounidenses de origen mexicano o chicanx encuentran en estas tradiciones la comprensión de que sus vidas son tan sagradas como las de cualquier otro ser vivo, se conectan con la idea de que todo y todos importan. Esto es lo que yo llamo lo “sagrado mundano”. Si tú o tu comunidad han sufrido discriminación y el discurso de que tu cultura es inferior, se tienden a desarrollar sentimientos de autodesprecio. Esta historia demuestra lo que ha sucedido y también sirve de advertencia de lo que podemos evitar. Por eso, los seres humanos necesitamos conocer nuestras propias historias, para ser capaces de elegir cómo reinterpretar el pasado. Los artistas están buscando un modelo ético que les permita ser ellos mismos y convivir junto a otros en sociedad; actuar de una manera más democrática, inclusiva y sin miedo a la diversidad.
En el pensamiento tradicional maya, esta noción de pluralidad dentro de la unidad se denomina In Lak'ech; en las tradiciones espirituales afrodiaspóricas es llamada axé. Pienso también en el pensamiento místico judío, donde se piensa a Dios como un verbo, y en los principios básicos de la Biblia sobre amar al prójimo como a nosotros mismos. Si bien cada cultura tiene una forma diferente de comprender esta fuerza o energía creadora, resulta fascinante corroborar que comparten una ética y una política sobre cómo deben comportarse con respeto y cuidado unos con otros. El arte que enfatiza lo espiritual intenta aportar otra forma de pensar la convivencia con otros seres, así como una mayor consciencia de que somos parte de un todo que cambia y se transforma constantemente.
¿Cómo podemos pensar lo “sagrado mundano” junto a artistas chicanxs que utilizan sus propios cuerpos como la base para su trabajo?
La idea de que el cuerpo es sagrado está presente en muchas tradiciones religiosas. Cuando nuestros cuerpos, en particular a aquellos que se identifican como femeninos, son tratados de manera irrespetuosa, esto genera en nosotras el deseo de separarnos de ellos. Esta separación se sana escuchando al cuerpo que es, en realidad, un gran amigo y consejero que nos habla a través de la enfermedad y de la sensación de alienación cuando no le prestamos atención. En el arte chicanx hay artistas como Yolanda López explorando este tema desde 1978 en su pintura Retrato de la artista como Virgen de Guadalupe. Este trabajo representa a la artista como una mujer joven que corre con un vestido y unos zapatos deportivos, con muslos tonificados, luciendo una maravillosa sonrisa y un halo o mandorla de cuerpo entero. Aunque irreverente e incluso sacrílego para algunos, el uso de la mandorla es un claro ejemplo de cómo la artista se toma en serio lo sagrado, ya que cuestiona dónde y cuándo lo podemos encontrar. ¿Podemos hallarlo únicamente durante los servicios religiosos o las fiestas? ¿En las iglesias, mezquitas y sinagogas? La obra de López reafirma la idea de que lo sagrado se encuentra en todas partes, mostrando un gran respeto por María/Guadalupe como la madre de Dios, y por las mujeres en general. Este es un mensaje necesario para una iglesia patriarcal—las mujeres deben ser apreciadas no sólo como figuras maternales, sino también como seres humanos.
Esto nos lleva a pensar también en la obra de Amalia Mesa-Bains, cuya exposición retrospectiva Archaeology of Memory de la que fui co-curadora con María Esther Fernández, incluye un gran número de sus instalaciones de los últimos 45 años. Mesa-Bains consideró las formas del altar cotidiano, como las que podemos encontrar encima de los tocadores—junto a los objetos valiosos que solemos colocar allí como joyas, regalos, ramilletes, fotos o perfumes—como yacimientos arqueológicos. Conservamos nuestras cosas más valiosas juntas en algún sitio, el que podríamos llamar un “altar doméstico”, como símbolo de lo que es o era importante para una familia o una cultura. En las instalaciones de Mesa-Bains podemos ver una revalorización de objetos, pero también de historias que no han sido preservadas porque no se las consideraba importantes. La recuperación de los pasados indígenas, una parte esencial de la historia del continente americano reprimida por la colonización, está presente tanto en su obra como en la de muchos artistas chicanxs y latinxs. Recordar lo que se supone que no debemos recordar se convierte en un compromiso sagrado con nuestros antepasados. Cuando los honramos, nos honramos a nosotros mismos.
Yolanda López. Portrait of the Artist as the Virgin of Guadalupe. 1978
Alex Donis. Jesus and Lord Rama. 1997
El erotismo ha tenido un rol importante en tu trabajo. ¿Podrías hablar sobre la relación entre eros, espiritualidad y arte?
Me interesa la pregunta sobre cómo desarrollar una política basada en relaciones respetuosas y armoniosas a través de la energía erótica, que incluye la atracción sexual y romántica, pero no se limita a ella. Esto también implica reconocer que estamos íntimamente vinculados de una forma material, corporal, que nos otorga una humanidad compartida. Este tipo de reflexiones se me ocurren sobre todo al observar el arte latinx, en particular la obra del artista guatemalteco-estadounidense, Alex Donis. A finales de los años noventa, él hizo una exposición increíble titulada My Cathedral con escenas pintadas de parejas besándose y abrazándose: Krishna y Jesús, Martin Luther King y un miembro del Ku Klux Klan, Madonna y la Madre Teresa, Gandhi y el Papa. Todos tenemos derecho a practicar cualquier tipo de sexualidad que deseemos y a ser ciudadanos plenos en la sociedad, independientemente de la forma en que elijamos manifestar nuestra identidad de género, la cual cambia entre culturas y sociedades. Esto choca con el auge de los gobiernos autoritarios de derecha, que generalmente se justifican a sí mismos desde creencias religiosas.
Comprendí con claridad que pagamos muy caro el movimiento hacia el agnosticismo y el ateísmo. Estas posiciones juzgan como inferiores los sistemas de creencias de otros pueblos, lo cual es colonizador y engañoso porque carece de fundamentos. Lo mismo pasa cuando decimos que si no podemos ver o experimentar un fenómeno, significa que éste no existe, lo cual es una postura intelectualmente insostenible. La modestia de no juzgar las distintas prácticas espirituales de los demás es más honesta en mi opinión. Otra razón por la que necesitamos participar en el debate sobre religión y espiritualidad es para involucrarnos en el estado actual de la discusión política, que constantemente apela a la mayor parte del mundo y de Estados Unidos a través de sensibilidades religiosas. Gran parte de la población mundial sigue siendo religiosa, aunque vayan menos a la iglesia, sinagoga o mezquita. Desvalorar las creencias religiosas desde la superioridad intelectual es irrespetuoso de las experiencias religiosas y las creencias de otros, al tiempo que minimiza los efectos de la religión en la política y la sociedad.
¿Nos podrías dar tu opinión sobre el activismo y la pedagogía espiritual, y el papel que ambos desempeñan en tu vida y trabajo docente?
En esta época de gran escepticismo, los escritores y artistas chicanxs y latinxs han insistido en la importancia del género, raza, sexualidad y clase, así como en la importancia de las cosmovisiones de los pueblos no europeos o de los pueblos europeos precristianos. Existe una extraordinaria sed por lo espiritual, independientemente del nombre que se le dé, por lo que queremos aprender sobre esto donde podamos conseguirlo. Pero las culturas y las creencias de las personas de color u originarias del Tercer Mundo, han sido juzgadas como inferiores según conceptos pseudocientíficos. La deshumanización y la desigualdad se basan en argumentos religiosos, que a su vez están incrustados en preceptos filosóficos. Por lo tanto, siguiendo una línea decolonial, resulta lógico explorar la religión siguiendo preguntas como: ¿Qué significa ser humano? ¿Qué constituye nuestra humanidad? ¿Qué significa vivir una buena vida?
Cuando empecé a investigar sobre literatura, artes visuales y performance no tenía la intención de estudiar lo espiritual. Como mujer de color, lo último que quería era ser vista como espiritual o sensible, o poco racional, crítica o teórica. Cuesta mucho hablar seriamente de espiritualidad en el mundo académico, en la cultura visual y el arte, porque es cierto que existe una historia de apropiación, de corta y pega de creencias ajenas, en especial las de origen indígena americano, cosa que se ha criticado, con razón, como una consecuencia del movimiento New Age. Tenemos que reconocer que existe un método y una formación—un proceso—para la transmisión del conocimiento. Aprendí de las personas a las que estudiaba a cuestionar esa censura que sentía en mi interior, lo que ha sido un viaje maravilloso para mí y un proceso de autodescubrimiento, ya que impulsó mi propia independencia y creatividad. Las mujeres chicanas, como Gloria Anzaldúa y Cherrie Moraga, me enseñaron a emprender la investigación como un proceso liberador, revelando cómo ser mucho más respetuosa de las creencias de otros.
En mis clases enseño sobre religión y filosofía latinxs. Cuando enseño a personas jóvenes al nivel universitario, no es mi trabajo decirles que las religiones de sus familias son supersticiosas o insignificantes, pues es importante que no les hagamos sentir vergüenza de estas creencias. Trato de enseñarles respetuosamente sobre la diversidad de las religiones en el arte y la escritura latinx, así como las maneras en las que podemos pensar críticamente sobre la religión, incluidas las de nuestras familias. Es importante para los estudiantes, al igual que para cada uno de nosotros, encontrar una voz y seguir deseos genuinos para estudiar, pensar, producir arte y crear instituciones que reflejen lo que percibimos como necesario. Esto es algo que cada uno de nosotros puede hacer. Cuanto más lo hagamos, más felices y equilibrados seremos. No es una panacea ni la píldora perfecta, se trata simplemente de encontrar más autenticidad—de ser más realistas con nosotros mismos.
Amalia Mesa-Bains. Queen of the Waters, Mother of the Land of the Dead: Homenaje a Tonatzin/Guadalupe. 1982
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