“We felt the need to leave the museum, because in previous works we had always worked in institutions. For me it was like a poetic surrender, because it was about that need to go out into nature.”
Yeni Hackshaw
On December 20, 1981, visitors to the National Gallery of Art in Caracas encountered a gallery filled with Polaroid photos of the Venezuelan artists Jennifer Hackshaw (b. 1946) and Maria Luisa González (b. 1953). Individual Polaroids were carefully placed in bags of water and hung from the ceiling, and others were composed into grids and hung on the wall. Dressed in identical costumes, the artists entered the gallery, climbed into a large bag of water suspended from the ceiling, and swam slowly inside it. After about 10 minutes, they climbed over the edge of the container, spilling water onto the floor at their audience’s feet. “We began to make Integrations in water looking for an analogy with birth, with the amniotic, with what water symbolizes for human beings,” González recalled. “We began to investigate this topic and, talking with one another, we decided that it would be beautiful to represent a birth, a new beginning.” This performance and installation, titled Integrations in water, was the first work that the artists, collaborating as Yeni and Nan, presented in their home country.
Yeni and Nan met in 1976 as art students at the Cristóbal Rojas School of Art in Caracas. “From that moment on,” Nan recounts, “the topic of discussion was always creation.” That year the women moved to London, where they acquired a trove of film as a gift from the Polaroid Corporation, part of the company’s initiative to encourage artists to use their instant photographic technology. This windfall of materials facilitated Yeni and Nan’s first artworks together, and proved essential to the process and presentation of their performances for years to come.
Polaroids also appear in Autologous between water and air, which comprises a two-channel video and photographs, and documents a two-part performance on Venezuela’s Caribbean shore and in a pool at the Universidad Simón Bolívar in Caracas. The two mediums—video and Polaroids—connect Yeni’s performance at the beach and Nan’s underwater choreography. Fluid and deliberate, Nan’s movements in the pool and Yeni’s movements on the shoreline build on their training in the meditative Eastern practices of yoga and Tai chi. “In Autologous between water and air, Nan is water, I am air,” Yeni explained “We felt the need to leave the museum, because in previous works we had always worked in institutions. For me it was like a poetic surrender, because it was about that need to go out into nature.”
Yeni and Nan were not alone in pursuing their unconventional projects in 1980s Caracas. Artists like Diego Barboza, Marco Antonio Ettedgui, Antonieta Sosa, Pedro Terán, Alfred Wenemoser, and Carlos Zerpa also developed practices that centered the body in unlikely settings for art. In 1981, these artists collaborated on a series of monthly performances organized by Ettedgui, a young artist trained in experimental theater, at a federal building on the Plaza Bolívar—a key civic space that predates the capital city’s colonial foundation in 1567. For their contribution, Action Dividing Space, Yeni and Nan presented another synchronous performance. Beginning opposite one another within steel cubic structures and wearing matching black unitards, the women walked toward one another along a black line drawn on the gallery floor. Where they met, they paused and took turns drawing a white line along the vertical axis of one another’s bodies. Projected photos of the artists marked the boundaries of the symmetrical performance space. The program cemented the corporeal turn in Venezuelan art, described variously as “unconventional art,” “art for a new logic,” “the language of concept and action,” or simply “new art.”
Though Yeni and Nan chose to pursue individual careers after 1986, they remain friends who look back on their joint work as a stage in a lifelong project. During the nine years of their formal collaboration, the duo approached the body as a repository of knowledge into the history of our species and its connection to the wider natural world. Process-based and experimental, Yeni and Nan’s work orients us toward questions rather than conclusions. What do our bodies remember that our minds do not?
Elise Y. Chagas, Mellon-Marron Research Consortium Fellow, Department of Drawings and Prints and the Patricia Phelps de Cisneros Research Institute for the Study of Art from Latin America, 2022
“Sentíamos la necesidad de salir del museo, porque en las obras anteriores siempre habíamos trabajado dentro de instituciones. Para mí fue una especie de rendición poética, porque tenía que ver con la necesidad de salir a la naturaleza”.
Yeni Hackshaw
El 20 de diciembre de 1981, los visitantes de la Galería de Arte Nacional de Caracas se encontraron con una sala repleta de fotos Polaroid de las artistas venezolanas Jennifer Hackshaw (nacida en 1946) y María Luisa González (nacida en 1953). Algunas Polaroids estaban cuidadosamente colocadas dentro de bolsas de agua que colgaban del techo y otras componían cuadrículas y colgaban en las paredes. Vestidas con trajes idénticos, las artistas entraron en la galería, se metieron en una gran bolsa de agua suspendida del techo y nadaron lentamente en su interior. Al cabo de unos diez minutos treparon por el borde del contenedor, derramando agua sobre el suelo a los pies del público. “Cuando empezamos a hacer Integrations in water buscábamos una analogía con el parto, con lo amniótico, con lo que el agua simboliza para el ser humano”, recuerda González. “Empezamos a investigar el tema y, hablando entre nosotras, decidimos que sería muy bonito representar un nacimiento, un nuevo comienzo”. Esta performance e instalación, titulada Integrations in water [Integraciones en el agua], fue la primera obra que las artistas —colaborando como Yeni y Nan— presentaron en su país de origen.
Yeni y Nan se conocieron en 1976 cuando eran estudiantes de arte en la Escuela de Arte Cristóbal Rojas de Caracas. “A partir de ese momento —cuenta Nan— el tema de discusión siempre fue la creación”. Ese mismo año las mujeres se trasladaron a Londres, donde recibieron un tesoro formado por películas que les regaló la Polaroid Corporation, una iniciativa de la empresa para animar a los artistas a utilizar su tecnología de fotografía instantánea. Este inesperado material facilitó las primeras obras que Yeni y Nan hicieron juntas, y resultó fundamental para el proceso y la puesta en escena de sus performances en los años siguientes.
Las polaroids también aparecen en Autologous between water and air, que consta de un vídeo de dos canales y fotografías, y que documenta una performance de dos partes: una en la costa caribeña en Venezuela y otra en una piscina de la Universidad Simón Bolívar en Caracas. Los dos medios —el vídeo y las polaroids— conectan la performance de Yeni en la playa y la coreografía subacuática de Nan. Fluidos y premeditados, tanto los movimientos de Nan en la piscina como los de Yeni en la playa se basan en sus conocimientos de prácticas orientales de meditación, como el yoga y el tai chi. “En Autologous between water and air, Nan es el agua y yo soy el aire”, explicó Yeni. “Sentíamos la necesidad de salir del museo, porque en las obras anteriores siempre habíamos trabajado dentro de instituciones. Para mí fue una especie de rendición poética, porque tenía que ver con la necesidad de salir a la naturaleza”.
Yeni y Nan no fueron las únicas que se dedicaron a proyectos poco convencionales en la Caracas de los años ochenta. Artistas como Diego Barboza, Marco Antonio Ettedgui, Antonieta Sosa, Pedro Terán, Alfred Wenemoser y Carlos Zerpa también desarrollaron prácticas que situaban el cuerpo en escenarios insólitos para el arte. En 1981, estos artistas colaboraron en una serie de performances mensuales organizadas por Ettedgui, un joven artista formado en teatro experimental, en un edificio del gobierno federal en la Plaza Bolívar —un espacio público clave, muy anterior a la fundación colonial de la capital en 1567. En su intervención Action Dividing Space [Acción divisoria del espacio], Yeni y Nan presentaron otra performance simultánea. Partiendo de estructuras cúbicas de acero enfrentadas y vistiendo uniformes negros a juego, las mujeres se acercaban siguiendo una línea negra dibujada en el suelo de la galería. Cuando se encontraban, se detenían y se turnaban para dibujar una línea blanca que seguía el eje vertical del cuerpo de la otra. Algunas fotos proyectadas de las artistas marcaban los límites del espacio simétrico de la performance. El programa consolidó el giro corpóreo del arte venezolano, descrito de distintas maneras, como “arte no convencional”, “arte para una nueva lógica”, “lenguaje del concepto y la acción” o, simplemente, como “arte nuevo”.
Si bien a partir de 1986 Yeni y Nan optaron por continuar sus carreras de forma individual, siguen siendo amigas y entienden su trabajo juntas como una etapa dentro de sus proyectos vitales. Durante los nueve años que duró su colaboración formal, el dúo consideró el cuerpo como un depósito de conocimientos de la historia de nuestra especie y pensó su conexión con el mundo natural en general. La obra de Yeni y Nan, de carácter experimental y basada en procesos, nos remite más a preguntas que a conclusiones. ¿Qué cosas recuerdan nuestros cuerpos que no nuestras mentes no pueden recordar?
Elise Y. Chagas, becaria del Consorcio de Investigación Mellon-Marron, Departamento de Dibujos y Grabados, y del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Estudio del Arte de América Latina, 2022.
Traducción Carmen M. Cáceres