Jorge González usando la manta hecha de Soles-Suaty durante la Caminata Suaty en Barichara, Colombia. 2022. Foto: Mateo Pérez. Cortesía de La Reserva Guatoc y del artista

En junio, el Instituto Cisneros de MoMA—en colaboración con los curadores Michy Marxuach y Mauricio Marcín—organizó “El canto de la Yerba Bruja”, un taller de investigación experimental en la Ciudad de México y Valle de Bravo. Su propósito fue explorar prácticas artísticas contemporáneas enfocadas en el medio ambiente, la ecología y los saberes tradicionales amerindios. Los artistas Alia Farid, Jorge González, Ariel Guzik y Bernardo Zabalaga estuvieron en el centro del evento.

Hablé recientemente con Jorge González y Bernardo Zabalaga sobre algunos de los ejes centrales de sus obras: el trabajo comunitario, la recuperación de saberes ancestrales y la conexión con el territorio. La ritualidad y la sacralización de los espacios que habitamos son parte de otros intereses compartidos, tal como lo demuestran piezas como Caminata Suaty de González, y Esqueleto gelatinoso brillante de Zabalaga. Estos artistas nos interpelan a navegar el mundo con mayor intencionalidad y conciencia de nuestros cuerpos y alrededores.

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Julián Sánchez González: El interés por el arte comunitario es algo que veo presente en sus respectivos trabajos. Quisiera saber en qué medida sus lugares de origen han influido en estas exploraciones, y qué referentes han influenciado sus prácticas.

Jorge González: La experiencia caribeña, y en mi caso la experiencia boricua—que es la identidad originaria de Puerto Rico—parte de un principio de solidaridad. Somos pueblos del mar que, en nuestra conexión con el agua, constituimos parte de una gran biodiversidad. Me parece que este es un principio de colectividad que es prevalente en la región.

Haber crecido dentro del contexto colonial de Puerto Rico, con el trauma y el potencial desarraigo que ello implica, inspira la defensa del territorio. Este impulso ha estado presente de generación en generación y, en mi caso, se manifiesta en la voluntad de conformar espacios para perpetuar saberes ancestrales. Es en este sentido que el trabajo colaborativo me ha ayudado a comprender el potencial comunitario de transformación y aprendizaje.

Jorge González. Foto: Raquel Pérez Puig. Cortesía de Embajada, Protocinema y el artista.

Jorge González. Foto: Raquel Pérez Puig. Cortesía de Embajada, Protocinema y el artista.

Zilia Sánchez, artista cubana radicada en Puerto Rico, ha sido muy influyente. Fue ella quien me enseñó a reconocer la idea de “isla” como una forma de pensar y sentir. Esto está ligado a una forma de búsqueda y meditación personal que ella llamó “encuentrismo”. Otres mentores y profesores durante mis años de formación en la Escuela de Artes Plásticas instauraron en mí un sentido crítico para navegar el mundo.

Mis experiencias educativas tempranas coincidieron con otras prácticas comunitarias de varias localidades de Puerto Rico que replicaban estos esfuerzos. El trabajo de la curadora Michy Marxuach con M&M Proyectos, por ejemplo, viene a la mente. Todas ellas fueron forjadas en la radicalidad de situarnos a partir de unas preocupaciones comunitarias, ecológicas y políticas. Estas prácticas instauraron en mí una urgencia por la organización colectiva como una forma de aferrarse de raíz en el territorio.

Bernardo Zabalaga. Foto: Camila Zabalaga. Cortesía del artista.

Bernardo Zabalaga. Foto: Camila Zabalaga. Cortesía del artista.

Bernardo Zabalaga: En la parte andina de Bolivia hay una tradición en la que las personas, cuando se juntan a tomar bebidas alcohólicas, deben derramar un chorrito de su vaso hacia el suelo como una forma de darle de beber a la tierra. Desde muy temprano, este gesto simple generó en mí un sentido de pertenencia y comunidad con fuerzas invisibles, el paisaje y la Pachamama, o la madre tierra, de las comunidades indígenas de los Andes.

Por otro lado, y similar al caso de Jorge, mi práctica artística y educación formal vienen de un hacer basado en lo colectivo. He contado con una formación que viene del teatro colaborativo. Entonces, más allá de un referente específico, la sensibilidad por lo recíproco heredada de mi cultura me han permitido construir mi obra como una forma de trabajo en equipo, o como un acto compartido.

JSG: ¿Qué papel juega el ritual y lo ceremonial en sus trabajos?

JG: Desde el 2014, he estado trabajando en la consolidación de una plataforma práctica de investigación e intercambios de saberes llamada Escuela de Oficios. Nos hemos centrado en el trabajo con fibras naturales y saberes de la comunidad artesanal en Puerto Rico, desarrollando un interés sobre los ciclos de la tierra, sus cultivos y cosechas. Este interés personal convergió con los estudios de la ahora fallecida investigadora Elsa Escabí. Su trabajo se centró en la relación entre el rosario cantao, una celebración de mayo en Puerto Rico, y los ritos precolombinos a la fertilidad de Borikén, el nombre originario de nuestro territorio. El ritual del rosario cantao se ha vuelto importante para nosotres y lo realizamos desde un enfoque de reivindicación de las culturas Indígena y Afro-boricuas.

En el taller que hicimos en Valle de Bravo, trabajamos con el tejido de Soles de Naranjito, una labor de aguja de Puerto Rico que hemos explorado desde los inicios de Escuela de Oficios. Para comprender la técnica, reflexionamos sobre cómo podríamos identificarnos en su estructura geométrica radial, la cual emulamos con nuestros cuerpos, con la ayuda de cordoncillos hilados en fibra natural. Luego de esto, y con el apoyo del resto del grupo, cada participante tomó sus materiales y se adentró en la técnica.

Este encuentro fue la continuación de un proceso que inició con el rosario cantao y se extendió en el transcurso de este verano. Allí pudimos reflexionar sobre los ritos que implican contabilizar nuestros días y recursos. Además, el tejido sugiere un ritual que nos permite proyectar nuestros pensamientos e intenciones a través de su trama y urdimbre. Ambas actividades, cantar y tejer, están basadas en una conexión con el territorio.

Jorge González. Caminata Suaty. 2021. Foto: Juliana Steiner. Cortesía de La Reserva Guatoc y el artista

Jorge González. Caminata Suaty. 2021. Foto: Juliana Steiner. Cortesía de La Reserva Guatoc y el artista

BZ: En aymara existe una palabra “*aruskipasipxañanakasakipunirakispawa*” que puede traducirse como: "Estamos obligados a comunicarnos”. Esta palabra es un llamado a entrar en relacionamiento y a ver en el otro algo que somos nosotros mismos; a realizar una transmisión de atmósferas entre cuerpos.

A raíz de esto, me surgió la idea de hacer una relectura mágica y colectiva del ritual del té japonés para la actividad inaugural del taller El canto de la Yerba Bruja. Partiendo de experiencias previas de allegades, quise construir un espacio en el que pudiéramos compartir algo tan simple y poderoso como un momento de meditación, suscitado por beber un líquido de manera ceremonial. Para esta experiencia construí un altar con objetos rituales, incluida una serie de varitas mágicas con las que llevo trabajando hace un tiempo. Acompañé la ceremonia con cantos y con la música experimental en vivo del músico mexicano Andrés Solís.

Bernardo Zabalaga. Ceremonia del te japonés. 2022. Foto: Natanael Guzmán

Bernardo Zabalaga. Ceremonia del te japonés. 2022. Foto: Natanael Guzmán

BZ: Concuerdo con Jorge en la intención de crear lenguajes en común. Con esta experiencia buscaba generar conexiones inesperadas entre los cuerpos para compartir amorosamente nuestras energías personales y proyectarlas en el espacio común.

JSG: Jorge, me interesa tu trabajo con las tejedoras y tejedores de Barichara, un pueblo colonial en la parte oriental de los Andes colombianos. Este año hiciste la Caminata Suaty, un tipo de procesión con música en la naturaleza, acompañado por un grupo de colaboradores. ¿Cómo comienza tu relación con Barichara y de qué se trató esa experiencia?

JG: Iniciamos esta conexión con Barichara hace tres años junto a la Reserva Guatoc, un proyecto interdisciplinario de residencias, y Suaty, un proyecto textil epónimo también ubicado en este pueblo colombiano. Asumir procesos colaborativos de aprendizaje a largo plazo es muy importante para mí. Este trabajo implica hilvanar un crecimiento técnico y afectivo con materiales autóctonos, basado en el apoyo mutuo entre comunidades artesanales para honrar el territorio.

Similar al acercamiento con los Soles de Naranjito, tuve la oportunidad de compartir con maestras tejedoras y tejedores alrededor del uso del fique en Barichara, una fibra ancestral andina que nos permite entender mejor a esta tierra y su gente. Allí, nos propusimos un aprendizaje minucioso de la técnica y creamos un mito de origen basado en la palabra suaty que, en voz guane, quiere decir “canción del sol”. La procesión de Santa Lucía, patrona de la municipalidad de Guane cerca de Barichara, nos permitió reflexionar sobre la cohesión de la comunidad junto a sus transformaciones culturales híbridas, las cuales combinan Catolicismo con las espiritualidades de los pueblos originarios de este territorio.

Poco a poco, en intercambio continuo con siete familias tejedoras de Barichara, fuimos construyendo una manta uniendo cientos de Soles-Suaty, que es como decidimos llamar a este tipo de técnica de tejido. De esta manera rememoramos a nuestros ancestres y el territorio en un ritual meditativo. Hemos caminado esta manta en procesiones en dos ocasiones: en Puerto Rico una primera vez, junto a mi maestra Jasmine Rivera, y este año por segunda vez, en el antiguo camino de Barichara a Guane junto a las familias tejedoras participantes.

Jorge González. Caminata Suaty. 2021. Foto: Raquel Pérez Puig. Cortesía de Embajada, Protocinema y el artista

Jorge González. Caminata Suaty. 2021. Foto: Raquel Pérez Puig. Cortesía de Embajada, Protocinema y el artista

JSG: Bernardo, desde el 2017 llevas trabajando una pieza performativa y escultural que se llama Esqueleto gelatinoso brillante. Ella se activa en colectivo, un proceso que describes como un “juego de activación etérica”. Esta descripción evoca un tipo de conjuro, o acto mágico, en el que nos entregamos a la posibilidad de crear realidades alternas.

BZ: Según la teórica brasileña Suely Rolnik, nuestra percepción se divide en dos grandes polos. Por un lado, está la macropercepción que rige todo lo operativo, conductual y organizativo de nuestras vidas. Por otro lado está la micropercepción, la cual corresponde al campo sensorial, permitiéndonos navegar aquello que es sutil. Nuestros patrones culturales de comportamiento nos llevan a actuar regidos más por la primera que por la segunda, como una forma de integrarnos y ser funcionales en el entorno social cotidiano. Sin embargo, el contacto con realidades alternas nos sucede de manera más recurrente de lo que podemos darnos cuenta.

Bernardo Zabalaga. *Esqueleto gelatinoso brillante. 2017. Cortesía del artista

Bernardo Zabalaga. *Esqueleto gelatinoso brillante. 2017. Cortesía del artista

BZ:Los juguetes de Esqueleto gelatinoso brillante tienen la función de ser interfases, u objetos relacionales, como llamaba la artista brasileña Lygia Clark a sus dispositivos de investigación de lo sutil. Estos dispositivos nos permiten acceder a ese campo sensible donde las fuerzas energéticas se nos hacen más fácilmente perceptibles. Todo cuanto existe está permeado por el éter, una especie de fascia o tejido conectivo del infinito cuerpo del universo. Hacer una activación etérica es disponerse a dialogar con ese cuerpo/membrana y hacer de ese diálogo una forma de conocimiento.

JSG: En sus prácticas artísticas hay una preocupación por la sanación. ¿Pueden hablar sobre la vinculación de un compromiso ético con uno estético en sus trabajos, y por los retos que han encontrado al desarrollar esta conexión?

JG: El reto mayor que tenemos reside en aunar fuerzas permanentes tras las urgencias que enfrentamos. Los desastres naturales—huracanes y terremotos—y los estragos de la pandemia nos han puesto en una situación política y social muy delicada en Puerto Rico. Atravesamos unos tiempos que requieren de una constante organización comunitaria ante estas diferentes crisis.

Gracias al desarrollo que he tenido desde la creación de Escuela de Oficios, siento como si tuviéramos una preparación previa ante estas urgencias. Quedo agradecido por mi formación y la posibilidad de anclar mi práctica en las comunidades de Puerto Rico que trabajan tanto con el arte como con la artesanía.

A través de este trabajo, veo que mis preocupaciones sobre la sanación seguirán fortaleciéndose. Pienso que la manera en cómo esto se vincula con lo estético tiene un componente muy personal y debe responder a las herramientas y conocimientos para la construcción comunitaria que une ha recibido. Un ejemplo de esto es cómo el espacio compartido con Bernardo en “El canto de la Yerba Bruja” hizo evidente algunos propósitos principales de nuestro quehacer: transformación, crecimiento y aprendizaje.

BZ: Recuerdo que una de las grandes cuestiones que surgieron al final del encuentro “El canto de la Yerba Bruja” fue cómo seguir creando diferentes prácticas existenciales y perceptivas que concordamos en llamar “anhelantes”.

Ir hacia la sanación como una pregunta por la vida y por nuestros modos adquiridos de vincularnos con otres, ya sean de consumo o de cuidado, no es lo mainstream. Por ello, para mí el gran desafío es poder traer lo sutil, lo suave, lo invisible a las experiencias participativas. Debemos buscar maneras experimentales en las cuales exploremos lo desconocido para motivar la curiosidad y un movimiento hacia el cambio interno.

Hoy en día privilegiamos el mejoramiento individual como forma de alcanzar el mejoramiento colectivo. Pero, ¿qué sucede cuando esos modos de estar mejor, de curarse y de armonizar nuestra vida se asientan en la fuerza de lo grupal—en el valor del encuentro y en la potencia del contacto? Mediar ritualmente una experiencia sensible individual es una cosa, pero mediar una experiencia colectiva es otra bien distinta. Lo comunitario nos invita a abrir los sentidos: a no formatear el lenguaje, a no dirigir, y, más bien, apunta a señalar, a susurrar, a tantear en el medio ambiente que nos junta y compone.

Bernardo Zabalaga. Esqueleto gelatinoso brillante. 2022. Foto: Natanael Guzmán

Bernardo Zabalaga. Esqueleto gelatinoso brillante. 2022. Foto: Natanael Guzmán